jueves, 18 de diciembre de 2014

El día de la Esperanza.



Aún no ha amanecido y resuenan campanas a gloria, la noche se despereza entre rocío y azahar despidiendo un mes de mayo inusual en el calendario.
A pocos metros, bulla temprana de cámaras en mano , y en el aire resuena un himno, más nacional que nunca,
despacio, muy despacio se aprecian los ciriales y tras ellos, se ha detenido el tiempo, se ha parado el reloj,  la aurora de la mañana, se ha convertido en estrella.
Y ante mí, enmudecido, yo tan pequeño y ella tan grande, sin palabras y sin aliento, Ella, la Madre, la Esperanza, Macarena de mis sueños




Fue un instante para convertirse en plegaria, fue una lágrima de emoción contenida , fue un momento de cielo,  que se convirtió en peregrinación de un día cargado de emoción , pues si grande fuiste a la salida de la catedral, ante una Giralda que lloraba de pena por despedirte tras una semana intensa entre sus muros, que decir del paseo hasta el parque de María Luisa, más grande que nunca, coronando una Plaza de España, como si de las puertas del mismo cielo se tratara y tras él, los estudiantes, la Ronda, los negritos, María Inmaculada, Santa Lucía y San Julián.

Cada momento, tuvo su tiempo, cada instánte fue diferente, pero si cabe aún más intenso y enmudecido corté  la respiración para sentirte cerca, me habían hablado de ti, te había visto otras veces, pero esta vez, fuiste Tú la que saliste a mi encuentro y me pillaste con lo puesto.














Mecida de ángeles , los varales de tu palio, cual madre mece a su hijo arriaron a mi lado y te contemple radiante, con la alegría de reencontrarte con los fieles más allá de la semana grande, inmensa como la luna, vestida de sol, como la gracia de un firmamento que se hizo manto para arroparnos en una eterna madrugada, callejeando para no perder un momento, sobran las palabras, solo queda el recuerdo de un día grande en el calendario de mayo, compartido con quienes son capaces de vivir un sentimiento más allá de las preguntas, más allá del corazón. Y despacio, muy despacio he perdido tu palio entre la bulla de la noche al abrigo de san Gil, de regreso a tu barrio, de donde te fuiste hace una semana y hoy vuelves a casa cargada de gozo de haber repartido tanta esperanza, sí, no se puede medir, como las grandes campañas, pero cuanto, cuanto has repartido… y tuve la suerte de estar con los míos, de estar a tu lado y tuve la suerte, porque no decirlo, de llevarme una gran parte y hoy, día grande de diciembre, he abierto la cajita donde guardo su esencia, la de los buenos recuerdos, la de los días grandes.
Porque hoy es el día de la ESPERANZA y aunque esté lejos te siento cerca.

Pero como tú, ninguna.

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