miércoles, 18 de diciembre de 2019

Esperanza, con el cielo en tu mano




Esperanza, quien podría mirarte a los ojos sin humedecer las pupilas.
Quién besar tus manos sin rozar los labios.
Ese instante fugaz de cruzar la mirada que penetra el alma, que recorre el año desde la última vez, que lejos queda y hace tres días, de ese maravilloso instante, tan fugaz como la vida.

Quisiera parar el tiempo, saborear el instante, quisiera decir tanto, pedirte tanto, que calladamente me has vuelto a mirar, de nuevo me has vuelto a ganar, y me has dicho:

Disfruta, no te distraigas, Yo soy la Esperanza, la que llaman Macarena, la del arco, la resolana y San Luis...
Soy la que llevas en la cartera, en tu cuello colgada, en tu corazón cansado, pegada a tu pecho anudada a tu mano.
No me digas nada, disfruta, tu Madre, lo sabe todo
Mírame a los ojos, porque hoy estoy más cerca, te estaba esperando.

Y yo he sonreído y me he emocionado y he vuelto a sentir, el calor de tu manto, el verde Esperanza y el olor a nardos.
Te he visto madre, de nuevo en el atrio y he vuelto a sentir que soñaba, cuando ante ti he visto a mi familia rezando y los seguirás cuidando.

Gracias de nuevo, por hacerme feliz, por estar a tu lado, por bajar hasta mí y secar mi llanto
porque sé que te tengo para siempre a mi lado y se que me esperas con el cielo en tu mano





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