De puntillas, casi sin darnos cuenta hemos ido desgranando la cuaresma, hemos descontado los dias para llegar al domingo de los sueños, y casi sin quererlo estamos abrazando una nueva Semana Santa.
Costalero, despierta, nazareno ,sonríe, acólitos, fijaros ese pelo, capataz, maniguetero...
músicos, floristas, escultores, orfebres... ¿está todo listo? ¿todo preparado?
Ha llegado el día que estrenamos el aire, la semana, la pasión, que redoblen los tambores, que suenen las trompetas, que se escuche el silencio, el racheo de los pies en las frías noches de abril.
Siete días, para vivir, para sentir, para oler, para escuchar
siete días para guardar en el cajón de los sueños las vivencias de nuevos amaneceres, de eternas recogías, de cirios encendidos que mantendrán sus brasas durante un año más.
Todo está limpio, todo dispuesto, todo en su sitio, despierta el reloj de los sueños en un domingo de palmas, de olivos y de gozo, hasta trasladarnos al triunfo de la Cruz en una nueva Aurora de Resurrección.
