Y la Luz de Nuestro Señor, llegó a Sevilla, lugar del que partió hace ahora siete años y no pudo ser presentado, ahora ha tenido su tiempo, ha llegado su momento y ha vuelto a la ciudad que lo vio nacer y ha vuelto por la puerta grande, para brillar como la Luz en un candelero, para no pasar desapercibido, para emocionar de nuevo a tanta gente que ha quedado prendada.
Primero la majestuosidad de la Real Parroquia de Santa Ana, al cobijo de la Esperanza de Triana, en su septenario doloroso y después la riada que te lleva a la calle Sierpes, como vertebra cofrade que late de vida entre aromas de incienso, en una primavera que ve brotar el azahar, esperando un tiempo nuevo
Cientos de personas, han pasado estos días para contemplar la obra, desde escultores con renombre como Romero Zafra, entre otros, tallistas, orfebres, pintores, doradores, historiadores del arte, que han sido tantas y tantas las sensaciones y emociones vividas junto al artista, que poco más se puede decir.
hasta alguna cara conocida de la televisión más actual como uno de los pequeños de Masterchef, que siempre alardeo de ser cofrade.
Todos y cada uno de ellos fueron expresando un interés inequivoco, como tantos otros que tras haber podido contemplar la talla del Señor en Triana, vinieron siguiendo su estela para disfrutar de la magnifica exposición, del artista que poco a poco se nos va haciendo grande, sobre todo a los que hemos conocido su trayectoria y sus avatares desde el principio.
Y el artista, madurando creó la Luz y aunque en algún momento pareció disiparse, cada día cobra más fuerza, pues las devociones, no solo son de la calle, las devociones calan en el corazón y crecen en los acontecimientos, y traspasan fronteras y en el fondo son ellas mismas, las que aprovechando su unción, saben infiltrase en el corazón de la gente, en el sentimiento, en la fe.