Puerto donde amarrar, nuestros delirios y penas, donde coger el timón y soñar nuevas metas. Donde nacer de nuevo y hacerse pequeño, donde sentir que la Esperanza sigue viva.
Donde vaciar el todo, donde encontrarse el nada, donde tocar el cielo y sujetar el alma,
Señores, hagan silencio en la antesala del cielo, que estamos seguros en la casa de la Esperanza.
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