Pues si. Ya esta aqui, una cuaresma en blanco y negro, de estampa morada y devociones particulares, de echar de menos ensayos, tertulias y hermandades.
Una cuaresma sin prisas, sin carreras, sin túnicas ni capirotes
Una cuaresma sorda, sin los sones de nuestras bandas afinando instrumentos en las noches frías de febrero, una cuaresma que sumara cuarenta días más a un año perdido donde hasta tres veces hemos vuelto a la casilla de salida.
Una cuaresma de calendario, pero no de papeletas, una cuaresma de compromiso pero no de ilusion, una cuaresma robada desde dentro y desde fuera, desde la responsabilidad y la desgana.
Una cuaresma sin final que terminará en pascua secuestrada, una cuaresma para recordar pero no para ser recordada, para visitar Titulares como si no pasara nada.
Una cuaresma fugaz como la que el pasado año quedó cortada, sin principio ni final, pues no esperamos nada, ni redoble ni tambores ni salidas ni entradas, ni siquiera grandes cultos, que se podria y no basta.
Una cuaresma de hebreas para resucitar la nostalgia, para pensar que esperamos nuestra cofradia soñada , que como niños soñamos con un domingo de palmas aunque nos conformaremos con mirar al cielo y esperar su llegada de una nueva cuaresma con nuestra Semana Santa.
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