Y sucedió que una flor brotó en un Prado, y que esa flor derramó todo su perfume en una villa que creció a sus plantas, y dio culto, veneración y dignidad a la Madre de Dios, entronizado en una catedral que nos vuelve a recordar cada 25 de mayo que seguimos protegidos por la más bella de las flores, por nuestra madre, la Stma. Virgen del Prado.
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