Fue una mañana de otoño, de esas
que la luz, dora los campos y las tardes se acortan, de esas que aún sin
querer, como una dama lozana, peina sus
senderos, como cabellos el viento, con un aire fresco que calienta un timido
sol que amanece discretamente para subir a lo alto y brillar dándole a la vida
un color especial, de esos que sin darte cuenta y discretamente te han dejado
enamorado, te han dejado pillado,
prendido de su magia, del brillo de sus ojos, como torrente de agua viva en el
río de la vida.
Hablar de ti sin conocerte,
quererte sin vivirte, amarte sin pasearte.
Y sin pensarte, quedamos en primavera, donde al contrario del otoño, alargaban los días, donde tu perfume se hacía más intenso, donde me fuiste descubriendo bellos rincones
Y sin pensarte, quedamos en primavera, donde al contrario del otoño, alargaban los días, donde tu perfume se hacía más intenso, donde me fuiste descubriendo bellos rincones
y despacito ,muy despacito, pero deprisa por apurar el día, me embriagaste de
tu luz, de tu aroma, me emborrachaste de tu vida. Nos bebimos las calles y
doblamos esquinas, me enseñaste tu arte, me enseñaste tu ser, te fui conociendo
poquito a poco, aunque hoy pueda decir, que nunca te conoceré del todo, para no
perder la pasión, para ilusionarme por verte de nuevo.
Azahar e incienso, juncia y
romero, alfombrando tus calles, protocolo divino, Salvador eterno, , para pisar
el cielo, para buscarte en la plaza, donde cantan los vencejos, para
encontrarme con Dios, no necesito ir al cielo,
he salido pronto, de mañana temprano, para
verte primero, coger fuerzas y caminar despierto, después busqué a la madre
como Rocio de la mañana, como Aurora de un nuevo despertar efímero, Esperanza
del mundo entero, y seguí caminando y seguí descubriendo, que el día no acaba y
la noche se enciende en el cristal reflejada, que desde arriba de un puente, me
siento que vuelo, que el río que pasa, es de terciopelo, como la noche
estrellada, acurrucada en mi pecho.
Y así, primavera a primavera,
otoño a otoño, fuiste calando hondo y encendiendo una chispa que cada día se
convierte en llama, a pesar de la distancia, sabes que te quiero.
Por que sé que me esperas, aunque pasen los
días, por que sé, que yo los cuento para verte de nuevo, porque tu fe mueve montañas, porque tu altura,
corona los cielos, porque tu gracia se llama Triana y Sevilla me llevó a los
cielos.
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